La batalla de Adrianópolis en 378 es señalada como la gran derrota de los ejércitos romanos del Bajo Imperio frente a los bárbaros, sin embargo afectó a su parte oriental cuya asombrosa capacidad de recuperación quedó probada en un breve lapso de tiempo, apenas diez años. Para el 388 era capaz no solo de enfrentarse a Occidente, sino de vencerlo y repetidamente en la tremenda batalla del río Frígido en 394, demostrando que Adrianópolis no tuvo demasiado peso en el devenir del Imperio, al menos en su parte oriental. Pero en la otra punta del orbe romano tuvo lugar una oscura y gravísima derrota en la Bética durante el 422, cuyos resultados afectaron directamente al destino del Imperio en Occidente y sorprendentemente aparece en los anales como un suceso meramente anecdótico, antesala de una década de guerras fratricidas.
La derrota olvidada de la pars occidentalis
Ante semejante calamidad las fuentes coetáneas apenas reflexionan sobre ello, ni siquiera parece causar gran conmoción como su contraposición Adrianópolis. Para comprender su opacada trascendencia se puede acudir al teórico militar Liddell Hart quien llega a la acertada conclusión de que (un golpe) “Cuanto más cerca se encuentre de las bases del enemigo, más intenso será el efecto(1)” interpretando su efecto en la psique militar, perfectamente extrapolable a su impacto sociológico. Adrianópolis se encuentra cerca del centro neurálgico de Oriente y después de la batalla no existía una fuerza militar capaz de interponerse entre los bárbaros y la capital Constantinopla, situación que propició una sensación de miedo, inseguridad, amenaza y alarmismo desmedido, sumada a la muerte del propio emperador Valente en la batalla. Pero de la Bética a Rávena hay un trecho y dos ejércitos de campaña casi completos en el camino, impidiendo que se manifestara un “efecto Teutoburgo”.Las guerras civiles que siguieron eclipsaron el suceso acaparando la atención de los coetáneos, al menos de quienes emplearon el cálamo y la tinta.
El descalabro frente a los vándalos y alanos tuvo lugar en mitad de un proceso de recuperación económica y militar tras resurgir de un turbulento colapso entre 406 y 413, solventado por la mente exhaustiva y fatigosa de un hombre, el comes et magister utriusque militiae Flavio Constancio, al que el emperador Honorio confió el destino de la pars Occidentis. Durante esos complicados años de guerras civiles e invasiones bárbaras, los ejércitos de campaña quedaron severamente mermados. Para resolver la situación Constancio optó por transferir unidades limitanei, encargadas de custodiar las fronteras, a los ejércitos comitatenses, convirtiéndose en una maniobra de gran calado entre los años 414-421 que logró mejorar considerablemente su operatividad hasta tal punto que se creyó capaz de batir a Oriente.
Recuperatio Hispaniae
Hispania en aquellos años desesperaba, anegada y saqueada por los bárbaros desde el 409. Vándalos silingos y asdingos, suevos y alanos campaban a sus anchas sin rumbo hasta que mediante un foedus, en el 411, con el usurpador Máximo(2) se repartieron la Península. Para recuperarla Constancio acudió a los hambrientos visigodos del rey Walia que se hallaban en los alrededores de Barcino (Barcelona). Cumpliendo implacablemente su pacto con Roma, los visigodos exterminaron en tres campañas entre el 416 y 418 a los alanos y vándalos silingos expulsándolos de las provincias Cartaginense, Bética y Lusitania, cuyos supervivientes corrieron a la Gallaecia para unirse con los vándalos del rey Gunderico. Durante esos años el propio Walia trató sin éxito de cruzar el estrecho hacia África lo que motivaría que Constancio los asentase mediante un foedus en la Aquitania segunda con el fin de alejarlos del Mediterráneo. Tras Walia se produjo el precedente que desembocará en la campaña de Castino por la Bética.
En el 420 Asterio, comes Hispaniarum, aparece a la cabeza del ejército comitatense de Hispania, posiblemente reforzado por unidades de las Galias, con el fin de socorrer a los suevos asediados en los montes Erbassios, obligando al rey Gunderico a conducir a su pueblo hasta Bracara Augusta (Braga) donde el cronista Hidacio aporta el dato más interesante de toda la campaña, el vicarius Hispaniarum(3), Maurocelo, a la cabeza de un segundo ejército ocasiona graves pérdidas a los vándalos en las proximidades de Bracara(4), sin embargo lograron huir por poco a la Bética. Pero aquí surge una cuestión ¿si Asterio ya dirige el ejército de Hispania que tropas comanda el vicarius? Creo plausible que las tropas que actuaron en Bracara Augusta fuesen de Mauritania Tingitana, presumiblemente pasarían a la península con Maurocelo para apoyar el restablecimiento de la administración civil en la Bética y Lusitania tras las campañas visigodas. Esto sería comprensible porque su cargo le otorgaba autoridad sobre la provincia hispana de la Tingitana y de su fuerza militar, ¿cuyo nombre acaso indica también su lugar de procedencia? Por otro lado, sí había ejercido en años anteriores como vicarius hispaniarum lo habría hecho en la Mauritania, pues era junto a las Baleares las únicas dos provincias seguras y bajo control de Rávena hasta finales del 418, por tanto este ejército era el mauritano y permanecería en la Península hasta el 422; siendo lógico que Constancio mantuviera esta fuerza activa para custodiar un lugar estratégico como lo era el estrecho, más aún después del intento de Walia de cruzarlo. De hecho según la actualización de la Notitia Dignitatum del 421, había un total de 181 unidades pertenecientes a los ejércitos de campaña (5); el ejército de Britania ya no existía pero Occidente contaba con más unidades que en el 395, corroborando, al menos por número unidades, que el ejército de Mauritania debía seguir existiendo.
Vientos de guerra. De Oriente a la Bética
Tras casarse Flavio Constancio con Gala Placidia en febrero de 421 es proclamado coemperador, como Constancio III por Honorio, pero la decisión de Teodosio II en Constantinopla de no reconocer al nuevo Augusto desencadenó la ira de aquel e hizo emprender los preparativos para una enorme campaña contra Oriente, expedición truncada por su repentino fallecimiento en septiembre de ese mismo año. Occidente perdió a su hombre más capaz, aunque por fortuna se evitaba un brutal enfrentamiento y los recursos acumulados durante los preparativos podrían ser reorientados hacia Hispania, así que hay razones suficientes para creer que el contingente romano estaría bien abastecido y perfectamente pertrechado de todo lo necesario para una operación de calado, confiada al magister equitum per Gallias, Castino. El elegido por Honorio en detrimento de Bonifacio, candidato de Gala Placidia, y cuyo nombramiento causaría las primeras fricciones que lastrarían la campaña.
Las fuerzas romanas, “magna manu” dice Hidacio, concentradas en Hispania debían ser imponentes entre 18 000 y 22 000 soldados de los ejércitos de campaña de Hispania, Galia, Italia y Mauritania Tingitana(6); cifra en consonancia con el número de pérdidas que ofrece la Crónica gala (7), a los que se sumaría un fuerte contingente de federados visigodos del que no hay datos en cuanto al número, pero quizá superaría los cinco mil decantando la superioridad numérica para los romanos. Castino para llegar a la Bética se puede deducir empleó la vía Hercúlea ya que conecta directamente con la provincia; esta es la ruta más corta partiendo desde Tarraco y por ende la más rápida. Al marchar por ella otorgaría menos tiempo a Gunderico para reunir sus bandas guerreras que por motivos de abastecimiento se encontrarían dispersas en el valle del Betis, pues las más de 80 000(8) personas ubicadas en un mismo punto acabarían con los suministros de la zona en un lapso de tiempo muy breve. Con este planteamiento se puede concretar que los vándalos debieron de realizar esa concentración al sur del río Singilio (Genil) que en época romana era navegable y suponía un importante obstáculo tras el cual parapetarse, o incluso más al sur.
Vándalos y romanos chocaron en un primer embate el cual se saldó en victoria romana. Los vándalos, temerosos, debieron refugiarse en alguna zona montañosa o en torno a una colina donde fueron cercados por las fuerzas de Castino. La probabilidad de que se refugiaran en alguna ciudad es mínima, ya que todos los precedentes en que los bárbaros han sido cercados o forzados a concentrarse siempre ha sucedido en colinas o montañas, casos entre otros como Adrianópolis (378), Pollentia (402), Fiesole (406) o Erbassios (419-420). Por tanto, los vándalos en una posición elevada se parapetaron tras un gran círculo de carros, el denominado carrago, y sufrieron las penalidades de verse hacinados sin apenas suministro. La victoria para los estandartes romanos parecía al alcance de la mano, mientras los bárbaros relata Salviano de Marsella, como cristiano arrianos que eran, cantaban salmos de la biblia clamando ayuda a Dios. Entonces, el general romano puede que arrastrado por alguna razón de peso o simplemente por ambicionar el prestigio que otorga la victoria en combate, se decidió por “el medio con los efectos más rápidos(9)” y que más riesgos entraña, la batalla.
“La desesperación es el medio para quien no tiene ya esperanzas(10)”
Vegecio en su Epitoma rei militaris hace hincapié en dejar al enemigo una vía de escape y escribe unas magníficas líneas que definen perfectamente la situación a la que se enfrentó Castino:
»Pero en los hombres acorralados aumenta la audacia por la desesperación y al perder toda esperanza es el miedo el que empuña las armas… En esta situación no importa la cantidad de soldados que tenga el ejército pues una vez cae presa del pánico… aunque sean pocos y flaqueen sus fuerzas, el hecho de saber que en su desesperación no les queda otra alternativa los iguala a sus enemigos(11)».
El general romano se lanzó imprudentemente a un combate general, tras lo cual se produce el suceso más oscuro de la campaña, la traición de los visigodos(12). Es poco probable que los godos no participarán en la refriega a favor de los vándalos, pues los romanos aun sin ayuda goda serían capaces de batir una fuerza que oscilaba los 20 000 guerreros(13), sin embargo con un ataque de los federados por el flanco los romanos se verían copados y aniquilados, sin posibilidad de hacerles frente como indica el cronista hispano por hallarse luchando en toda la línea de batalla, ello explicaría la magnitud del desastre. Desde luego debió de librarse una batalla atroz con momentos de férrea disciplina, encarnizada lucha y trágicas desbandadas, que como en toda gran batalla la mayor parte de las bajas sucederían durante la caótica retirada. El magister militum Castino, salvando el pellejo, regresó apresuradamente a Tarraco con poco más que sus pertrechos y dejando atrás, en algún lugar que solo la arqueología podrá vislumbrar, casi veinte mil romanos que en lugar de recuperar la ilustre Hispania rociaron aquella tierra con su sangre.
De la derrota romana a la recomposición de Occidente
La derrota y aniquilación de un ejército romano fue algo sorprendentemente excepcional en un supuesto tiempo de decadencia, la fuerza comitatense de Hispania quedó en la práctica inoperante, reducida a menos de 5000 soldados. Limitada a ejercer una labor meramente defensiva en la Tarraconense, permitiendo el libre albedrío de los bárbaros en la península, en los años posteriores no pudo socorrer Cartago Espartaria saqueada a placer por Gunderico y aún cuando los vándalos cruzaron imperturbables el estrecho en 429 fue incapaz de plantar oposición a los suevos(14), duramente vapuleados en Lusitania por Genserico. No sería hasta la década de los 40, en época de Aecio, cuando se restablecerá parte del dominio romano en Hispania, de hecho otros dos ejércitos de menor tamaño serían derrotados esta vez por los suevos en 438, en el río Singilio, y 446, ambos también en la Bética, incrementando la dependencia de los visigodos para mantener la autoridad romana. En cuanto al ejército de Mauritania Tingitana, si participó en la batalla, quedó totalmente destruido pues cuando Genserico desembarca en la Tingitana no hay constancia alguna sobre una fuerza militar que se le opusiera. Las tropas comitatenses aportadas por el ejército de las Galias(15) también se vió seriamente malograda, puede que por ello los visigodos de Teodorico envalentonados plantarán cara a los romanos en las Galias en 425-426, aunque fueron cumplidamente derrotados por el magister equitum per Gallias, Aecio. Con lo expuesto no sería descabellado pensar que entre 10 000 y 15 000 hombres pudieron perderse aquella jornada.
Protagonista y principal culpable, Castino, paradójicamente fue elevado ese mismo año al cargo de magister peditum in praesenti siendo sucedido en las Galias por Gaudencio padre del legendario Flavio Aecio. Su derrota supuso el «punto culminante» de la recomposición de las fuerzas militares de Occidente y como bien indica Clausewitz “más allá de ese punto está el retroceso”(16) al que se vió abocado el Imperio. El desastre no era ni mucho menos irreversible, todavía contaba con recursos y hombres capaces, desafortunadamente fue progresivamente agravado en las constantes guerras civiles (423-433) por quienes ambicionaron el cargo de “generalísimo” de Occidente, a los que nunca les faltaron fuerzas para enfrentarse entre ellos, pero siempre carecieron de ellas para batir a los bárbaros. Realmente demostraron ineptitud de juicio, pues sus aspiraciones quebraron peligrosamente las capacidades del Imperio. Al desatender el problema bárbaro les proporcionaron un margen de acción demasiado amplio y acentuó aún más las ya de por sí graves consecuencias del triunfo vándalo.
Ahora dirigidos por un hombre dotado con las cualidades necesarias para sobrevivir a un mundo en completa transformación, capaz de forjar imperios y hacerlos sucumbir; el ateniense Tucídides pone en boca de Alcibíades una frase que bien podría haber conocido quien se convertiría en la ruina de todo un Imperio. El alcmeónida(17) reveló a los lacedemonios que:
»La forma más segura en que uno podría causar daño a sus enemigos consistiría en hacer recaer sobre él las acciones que más teme, habiéndose informado uno de antemano(18)».
Genserico sabía que tomar África era la acción que los romanos tanto temían. Sin desaprovechar su oportunidad en el 439 se abalanzó junto a su pueblo desde la Numidia contra las indefensas África proconsular y Bizacena, provincias que constituían el centro de gravedad económico del Imperio, tomando la opulenta Cartago que convirtió en la capital de su nuevo reino. La pars occidentis perdió la ocasión de restablecer su dominio de antaño, precipitado a afrontar una época compleja herido de muerte, terminaría por hundirse. La situación generada y los sucesos posteriores son clarividentes, evidenciando que la batalla es digna de ostentar el calificativo de decisiva, haciendo posible la supervivencia de un potencial enemigo responsable de la mayor derrota de los estandartes romanos (de Occidente) en todo el siglo V.
Notas
- 1. Liddell Hart, Estrategia: el estudio clásico de la estrategia militar, pág. 469, 2020, Arzalia ediciones.
- 2. El usurpador Máximo es el candidato al trono en Hispania del rebelde general de Constantino III, Geroncio.
- 3 .Hidacio se refiere exactamente a él como “sub vicario” (Hidacio, Chronicon, a. 420). El vicarius hispaniarum era la máxima autoridad civil de la diócesis de Hispania, cuya capital era Emerita Augusta e incluía las provincias Mauritania Tingitana y las Baleares.
- 4. Es alto probable que Maurocelo atacase a los vándalos realizando una salida desde el interior de la ciudad de Bracara y que su estancia allí se debiera a la restauración de la administración civil de dicha ciudad que era una de las capitales de Gallaecia, así como amenazar la retaguardia de Gunderico y cortar su ruta de retirada hacia Lusitania.
- 5. Según la Notitia en 395 el ejército de las Galias contaba con 38 unidades, Italia con 47, Ilírico con 18, África 31, Hispania 16, Mauritania Tingitana 8 y Britania 10. En total 177 y para el 421 había 181 unidades comitatenses, para entonces el ejército de Britania había desaparecido y las unidades que le pertenecerían se habrían integrado en otros ejércitos.
- 6. El listado de tropas que creo más propicio es el El ejército de Hispania proporcionaría sus 16 unidades, 9 000 soldados, el mauritano unos 3 000, el de las Galias aportaría un buen contingente al ser la fuerza más numerosa de Occidente, puede que otros 7 000 o 9 000, con alguna unidad de caballería. No creo que la reserva comitatense de Italia enviase un gran destacamento, si es que se envió, porque Castino no tenía autoridad sobre aquella fuerza y por la alta operatividad que demostró durante las guerras civiles (423-433), llegando incluso a dividirse para atacar en una desastrosa expedición a Bonifacio en África. El cálculo es realista pues las unidades no estarían completas de efectivos pero plenamente operativas como demostraron en campañas precedentes.
- 7. En la Crónica gala del 452 se recoge la cifra de casi veinte mil bajas romanas y sitúa erróneamente el suceso en el 430. Crónica gala 452, a. D., 430, 107.
- 8. Cifra a partir del dato de Procopio de Cesarea, señala que Genserico divide a su pueblo en 80 miríadas, es decir 80 grupos de mil.
- 9. Frase del historiador militar Liddell Hart.
- 10. Frase de Virgilio en La Eneida, empleada por Vegecio (ver nota 10).
- 11. Vegecio trata este tema en el capítulo XXI del libro III de su Epitoma rei militaris.
- 12. Se ha acusado a Gala Placidia como la principal promotora de la traición por su supuesta influencia en los visigodos, sin embargo Bonifacio, con gran influencia también entre los godos, tuvo más motivos para intrigar contra Aunque el motivo real de la traición pudiera deberse a otros motivos exclusivamente ligados a los bárbaros, como un posible pacto entre ellos. Aun así que Castino culpe de la derrota a Gala Placidia, y no es poca cosa acusar a una emperatriz, apuntala que fue una suceso realmente catastrófico.
- 13. El cálculo es de J. Soto Chica que los cuantifica en alrededor de veinte mil Pág 298. 2022.
- 14. Peter Heather concluye que los suevos estarían conformados por 20 000 personas y unos 5 000 guerreros.
- 15. En las Galias aún tenía Occidente varios frentes abiertos como la bagauda armoricana o el limes renano, por tanto creo que no menos de 25 000 soldados comitatenses serían necesarios para atenderlos. Por ello estimó entre siete y nueve mil el máximo de soldados que pudieron destinarse a Hispania del total de los 34 000 comitatenses.
- 16. Clausewitz, De la guerra, Libro VII, capítulo 5.
- 17. Perteneciente a la familia eupátrida de los alcmeónidas cuyo miembro más destacado es
- 18. Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, VI, 89.
Bibliografía
Fuentes primarias
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- Hidacio, Cronicon, por Iglesia Aparicio, J., sitio web Historia del Condado de Castilla. https://www.condadodecastilla.es/cultura-sociedad/fuentes-historicas/cronicon-de-hidacio/ [Última consulta 1/03/2023]
- Neira Faleiro, C., 1998, La Notitia Dignitatum: Nueva edición crítica y comentario histórico. Tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid.
- Salviano de Marsella, De gubernatione dei, Wikisource. https://la.wikisource.org/wiki/De_gubernatione_Dei [Última consulta 17/02/2023]
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- Vegecio, Flavio. Compendio de técnica militar, Trad. Paniagua Aguilar, D., séptima edición 2022, Madrid, Cátedra Letras Universales.
Fuentes secundarias
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- Candelas Colodrón, C., 2004, Análisis de la figura de Hidacio de Chaves a través de los condicionantes socioeconómicos, políticos y culturales de la Gallaecia del siglo V. El Cronicón. Tesis doctoral, Universidade da Coruña.
- García Moreno, L. A., 2017: España, siglo V. La monarquía goda de Balta y la diócesis de las Españas, Madrid, Imprenta Nacional de la Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado.
- García Torrejano, Carlos, La Notitia Dignitatum, 2018. Desperta Ferro. https://www.despertaferro-ediciones.com/2018/la-notitia-dignitatum/
- Lenski, N. «El día más nefasto», Desperta Ferro Antigua y medieval, 50: Adrianópolis, 40-48.
- Soto Chica, J. «Los ejércitos romanos y hunos a mediados del siglo V»: Imperios y bárbaros. La guerra en la edad oscura, tercera edición 2020, Madrid, Desperta Ferro Ediciones.
- Soto Chica, J. Los visigodos. Hijos de un dios furioso, 2020, Madrid, Desperta Ferro Ediciones.
- Soto Chica, J. El águila y los cuervos. La caída del Imperio romano, 2022, Madrid, Desperta Ferro Ediciones.
- Southern, Pat y Dixon, K. R., El ejército romano del bajo Imperio, 2018, Madrid, Desperta Ferro Ediciones.
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